“La primera vez me caí dos veces y dos veces me levanté”, fue de las más emotivas expresiones de la atleta obereña Anayeli Dino, integrante del equipo misionero que participó en los Juegos Nacionales Evita y fue distinguido en la mañana de este miércoles por el gobernador Hugo Passalacqua en la Sala de Situación de Casa de Gobierno.
El mandatario provincial escuchó con atención las anécdotas de superación y empeño que narraron la mencionada Anayeli, Mahyra Bergallo, Fabián Espíndola y Leonel De Jesús, todos obereños que vienen de participar en los Juegos Nacionales Evita Adaptados 2018, en Mar del Plata.
Guiados e incentivados por el profesor Jorge “Chino” Flores y con el apoyo de la municipalidad obereña y el Gobierno de la Provincia, a través del Ministerio de Deportes, los jóvenes forman parte de un grupo de 25 personas que entrenan de lunes a sábado en el polideportivo “Ian Barney” de Oberá y más allá de los resultados óptimos que obtienen en cada competencia donde representan a Misiones, hablan de la importancia del deporte en sus propias historias de vida: autoestima, valores, libertad, sueños, superación… son las palabras que repiten cuando narran sus experiencias en los Juegos Evita, en los juegos nacionales, regionales, locales o durante los entrenamientos que forman parte de sus rutinas diarias.
Anayeli llena sus ojos de lágrimas, pero no quiere callar. Suma anécdotas y habla en nombre de todos: “A mí siempre me dejaban de lado en la escuela, yo quería participar en las clases de Educación Física y no me dejaban, por la discapacidad que tengo… me miraban raro… hasta que una profesora de Educación Física que se llama Luján me dijo que yo tenía que salir del rincón y participar. Ella me dio un lugar en la clase y me invitó a sumarme al grupo del profe ‘Chino’… le dije a mi mamá y ella me acompañó. Eso me cambió la vida, me enseñó que soy una persona y que puedo superarme cada día. Las capacidades no tienen que ver con los sentimientos”, comentó en una mínima parte de su propia historia compartida. La anécdota que da inicio a esta crónica ocurrió durante su primera experiencia en los Juegos Evita, en 2016 y se transformó en un “video viral” porque durante aquella carrera, que encaró sin su silla de ruedas, cayó dos veces, volvió a levantarse y llegó a la meta. “Yo no quería que subieran ese video… me daba vergüenza porque me caí dos veces… pero después me di cuenta que lo que la gente veía era que me levantaba”, dice la locuaz jovencita.
Mahyra Bergallo supo después de “grande” que tenía una discapacidad y agradeció a los medios de comunicación, a través de los cuales ella pudo enterarse hace muy poco tiempo que existían los “deportes adaptados”. Desde entonces, cuando camina por las calles de la ciudad va “buscando alguna pista que me diga que tienen alguna discapacidad, para invitarlos a hacer deportes porque muchos no saben lo importante que es o cómo nos cambia la mirada sobre la vida”. Por iniciativa propia va a los colegios de la zona a hablar sobre discapacidad, sobre las posibilidades infinitas que existen a partir de la práctica deportiva.
El gobernador Passalacqua distinguió con un diploma a cada uno de los atletas, los escuchó con sumo respeto y felicitó porque “son un ejemplo para todos los misioneros, nos dejan muy bien parados a todos, a nivel nacional; son ejemplos a seguir por el esfuerzo, la templanza y la energía que le ponen”.
En nombre de los padres, Evelio Candia dijo que “sin el aporte del Estado municipal y provincial, esto sería imposible. Lo que hacen por estos chicos es impresionante, porque les cambia la cabeza y nos cambia la cabeza a nosotros”.
“Jamás buscamos resultados, sino un espacio para que tengan mejor calidad de vida” dijo el profe al que llaman “Chino” y que dedica su tiempo al desarrollo de esas capacidades que cada uno tiene más allá de los impedimentos físicos y psíquicos que los mantienen apartados de las actividades recreativas y sociales convencionales. “Hoy tenemos chicos que forman partes de selecciones nacionales en sus disciplinas y eso nos llena de orgullo; aunque no sea un fin en sí mismo”, confiesa, sin dejar de decir “gracias” a cada rato.