El Ministerio de Agricultura Familiar resaltó la historia de Adriana Gerentini, originaria de Buenos Aires, halló en Puerto Paraíso, próximo a la Reserva Biósfera Yabotí, un lugar que se convirtió en su hogar, su pasión y su sustento. Allí, junto a su pareja y sus tres hijos de 14, 11 y 9 años, construyó una vida en sintonía con la naturaleza y el turismo sostenible. Su chacra agroforestal, de 38 hectáreas y certificación agroecológica, es un espacio que cuida con esmero. En sus cultivos se producen guayabas, ananá, canela, bananas y pitangas, que se transforman en dulces y licores para ofrecer a los visitantes atraídos por sus recorridos guiados. El proyecto nació de la necesidad de generar ingresos y del deseo de preservar la tierra. “Gran parte del predio está destinado a reserva, especialmente en áreas que habían sido muy desmontadas”, explicó Adriana. Con su trabajo, consiguió rehabilitar esas tierras, demostrando que es posible proteger el ambiente y construir un futuro sostenible.
Gerentini resaltó la diversidad de la chacra: “Tenemos yerba, canela y jaboticaba, cada planta tiene su historia”, dice. Aunque proviene de una familia citadina, junto a su pareja adoptaron la vida rural con entusiasmo y dedicación, convirtiéndose en referentes de la agroecología en el municipio. Sus hijos también colaboran en las tareas, aprendiendo sobre cultivo y cuidado ambiental desde temprana edad. Con 25 años de historia, la chacra es también un espacio de encuentro y aprendizaje. “Siempre trabajamos con el turismo”, afirmó Adriana, señalando que la venta de sus productos es exclusiva para los visitantes que llegan a su hogar. “Aquí, nos sentimos parte de algo más grande”, mencionó.
De este modo, Agricultura Familiar dio cuenta que la experiencia de vida de Adriana y su familia en Puerto Paraíso refleja su compromiso con la tierra y la comunidad, donde cada fruto cosechado y cada dulce elaborado cuentan una historia de esfuerzo y amor por la naturaleza.
Fuente: Ministerio de Agricultura Familiar